sábado, 20 de septiembre de 2008

CONTRA LA S.G.A.E. ( GUERRERIAS III)

V.- ¿ Cuando se enterará la S.G.A.E. que los televisores son aparatos RECEPTORES , y que son los EMISORES los que ya han pagado los derechos de autor?
¿ No será que es la S.G.A.E. la que piratea y roba cobrando dos veces por lo mismo ?

VI.- Cuando Arguiñano canta en sus programas de televisión, ¿Paga los derechos de autor por interpretar esas canciones ?. Si yo grabo ese programa, ¿ Debo pagar los derechos a Arguiñano, al autor original ó a ambos?

VII.- Cuando cocino en mi casa una receta de un famoso cocinero, ¿Debería pagar sus derechos de autor? ¿ Estoy pirateando, por ir en contra de la industria cocineríl?. ¿ Porque no se asocian los cocineros y crean algo similar a la S.G.A.E, y cobran a todos los que copian sus recetas?. De paso, podrían exigir un canon por la venta de sartenes y cacerolas, por si acaso se usan para copiar sus recetas originales.

VIII.- Si el autor de una obra literaria escasamente cobra un 5% del precio final , ¿ Porque la S.G.A.E. se limita a exprimir al comprador con canones y costes añadidos y no lucha por aumentar el porcentaje del autor a costa del 95% de ganancia de los intermediarios ?. ¿ A quien defiende la S.G.A.E., a los autores ó a los intermediarios ?.

IX.- De acuerdo, no son intermediarios, son necesarios. ¿Pero es la S.G.A.E. la que defiende a los editores, impresores, publicistas, distribuidores y libreros, ó solo a los autores ?. Si todos estos viven del autor, ¿ Porque no son ellos los que les cuidan más ?.
Si se trata de defender la industria de la creación, ¿ Porque no lo hacen los intermediarios, que son los dueños ?. ¿ Porque la S.G.A.E. carga sobre los usuarios finales, y no defiende a los autores ante los intermediarios ?.


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viernes, 19 de septiembre de 2008

EL CINE ESPAÑOL Y LA GUERRA CIVIL.

HISTORIAS DE LA POSGUERRA.
MISERIA MORAL
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Primera parte

La producción cinematográfica española sobre la guerra y sus consecuencias posteriores se ha visto incrementada en estos días por la película "Los girasoles ciegos", adaptación de J.L.Cuerda, con guion de R. Azcona, de la obra del mismo titulo de Alberto Mendez.

Al margen del interés del relato o los relatos originales , se da el caso de que la película reincide con obstinación en contar la historia de la posguerra con unos ingredientes ya vistos insistentemente en otras películas actuales que pueden formar todas unidas un nuevo genero cinematográfico: cine de posguerra.

A parte de unas excepciones que más adelante comentaremos, el cine de posguerra contiene siempre los mismos personajes: Primero y principal; El niño, un niño despistado e inocente que es casi siempre el motor de la historia. Después, invariablemente la madre, madre coraje, luchadora, aun pasivamente , por sobrevivir y sacar adelante una familia ( actualmente este papel lo borda Maribel Verdú), y un padre , exiliado interior y prisionero de su pasado, que pasa el rato como puede, sin enterarse de nada, viviendo como un vencido.

Tampoco falta el cura fascista, beligerante y paranoico, los militares falangistas, arribistas y vengativos y la Guardia Civil, cruel y sanguinaria.
Casi todas estas películas se reconocen fácilmente porque en su titulo aparecen siempre alegorías poeticas sobre animales y plantas ( mariposas, girasoles, etc ) ó alusiones al tiempo ( verano,otoño, invierno, ! nunca la primavera!)

Lo primero destacable es que ninguna de estas películas ha superado , pero todas lo han intentado, el modelo inicial, sublime y extraordinario de " El espíritu de la colmena", en el que solamente aparecen claramente definidos la niña, el padre y la madre, y los demás personajes prácticamente no existen .

Otro elemento curioso es la elección de la época: ¿Porque se insiste últimamente en los primeros años de la posguerra?.¿ Porque hay tan pocas sobre la guerra ó la preguerra?. No hay prácticamente películas de la guerra, y las que hay, o son comedias ( "La vaquilla)", ó panfletos ("Libertarias "), o relatan vicisitudes colaterales de civiles (" Ay , Carmela" ). No hay ninguna que utilice hechos bélicos reales para narrar la historia.

No hay que olvidar que el cine franquista utilizó el genero bélico prácticamente desde las primeras producciones de la época para su formación propagandística y quizás sea éste el motivo de las reticencias actuales. Otra causa puede ser el alto presupuesto que requieren estas producciones y acaso también que el cine actual no sepa filmar una batalla. ( Alatriste). Una de las películas más renombradas, " Tierra y Libertad", de K. Loach es una coproducción y está narrada desde el punto de vista de un combatiente extranjero.

Respecto a las historias de antes de la guerra, no existen apenas películas que analicen la situación de aquellos momentos y las que se han hecho se limitan a narrar situaciones en forma de comedia (" Belle epoque "), o de experiencias en entornos comprimidos y cerrados.

De todas estas obras se desprende un afán reivindicativo , que hace suponer que no todas las heridas estan cerradas y que todavía no se puede contar la historia sin un cierto maniqueísmo que solo se acabará con el tiempo y el reconocimiento y la superación de que aquello fue una guerra civil.

Es curioso comprobar que al final del franquismo y en los primeros años de la transición se realizaron gran cantidad de películas que desarrollaban historias referentes a la guerra civil ( "Pim, Pam, Pun , Fuego", "Las bicicletas son para el verano", "El largo verano del 36 " ) y parecía que se abría un gran campo para el cine libre y sin trabas, pero hasta ahora , después de treinta años de democracia, casi podemos afirmar que las películas más ilustrativas de la época son precisamente las realizadas en pleno franquismo desde " El verdugo", El extraño viaje", "Plaza Mayor", y " La caza", que aun no se desarrollan en los primeros años de posguerra, pero estas sí que ponen un nudo en la garganta con semejante miseria moral.

( Continuará)


domingo, 14 de septiembre de 2008

MAS GUERRERIAS

II.- - Aquí una guerra.
- Aquí un paisano, un pagano.

III.- No hay guerra santa, ni justa ni cruzadas, solo hay muertos inocentes.

IV .- Las guerras son como las monedas, todas son caras y cruces.

sábado, 13 de septiembre de 2008

!! A HACER PUÑETAS!! (GUERRERIAS )

El día que estalle la tercera guerra mundial, que tiren la primera bomba atómica en mi casa. Después , allá ustedes.

viernes, 12 de septiembre de 2008

BERCEDO, MORAS Y VINO.

GRACIAS, NO BEBO


Bercedo es un pueblo situado al norte de la provincia de Burgos , al que fuimos a veranear en el año 1955. Yo tenía cinco años y mis padres tenían entonces siete hijos, cuatro chicos y tres chicas, con los que subimos a un tren con locomotora de carbón y viajamos entusiasmados hasta el pueblo. Era la primera vez que salíamos tan lejos y para mí aquello era completamente nuevo.

Nos instalamos en una casona de dos pisos , ocupando la planta baja, que m¡s padres habían alquilado para todo el verano. La casa estaba muy cerca de la estación del tren y a un lado había un pozo, en el que habitaban gran cantidad de ranas y enormes sapos, que saltaban por todas partes y causaban un horrible concierto de penetrantes ruidos por las mañanas. Había que tener cuidado al pasar por allí por no pisarlas y con frecuencia entraban en casa y mi madre las expulsaba a escobazos.

También estaba la estación , donde de vez en cuando paraba alguno de los trenes que circulaban dejando un reguero de polvo negro, traían el correo y algún vecino subía ó bajaba de resolver compromisos en la ciudad.

Mi padre también llegaba en tren los sábados y se volvía el domingo para su trabajo. Un día nos anunciaron que pasaría un tren rapidísimo en viaje de pruebas . Todo el pueblo se preparó para verlo pasar y todos nos quedamos sorprendidos y chasqueados, porque de repente algo pasó de lado a lado de nuestra vista y solo vimos una estela plateada y brillante, como una exhalación, dejando tras de sí un penetrante silbido, pero ninguna señal de polvo ni chimenea.

Detrás de la casa se extendían las eras, por las que jugábamos acercándonos a los bueyes, que no dejaban de trabajar ni un solo día. Más lejos estaba el rio, en el que en un remanso en que se ensanchaba nadábamos protegidos por unas enormes ruedas de camión que hacían de flotadores. Las mañanas las pasábamos en las eras o el rio y las tardes las dedicábamos a las moras.

Mas allá de las eras, donde el terreno se elevaba, había una pared de zarzales que nos separaba del bosque que se extendía hacia arriba por los montes cercanos. Por las tardes, mis hermanos mayores y yo íbamos hacia las zarzas a coger moras. El zarzal era muy extenso y estaba cargado de innumerables racimos de moras, que no se acababan nunca , y al final de la tarde volvíamos a casa con las cestas llenas de moras, las manos y los brazos cubiertos de arañazos y la ropa tintada con el morado de la fruta.

En casa, después de comer las moras a puñados, mi madre reunía las que quedaban y las trituraba con azúcar, formando un caldo oscuro que nos bebíamos ansiosos. A veces eso era todo cuanto cenábamos y desde luego que quedábamos saciados.

Aquél día era Domingo, mi padre había comido con nosotros y durante su siesta, en la mesa había quedado su vaso de vino sin retirar. Era un vaso grande, lleno de vino hasta arriba, de un color exactamente igual a lo que bebíamos los días que recogíamos moras. Con mis padres en la siesta y mis hermanos en la calle jugando, entré en la cocina para beber agua y cuando ví el vaso en la mesa, solo para mí, no dudé un momento y me lo bebí sin darme cuenta que el sabor era completamente distinto al de las moras.

Poco me acuerdo de lo que ocurrió después, pues la borrachera fue morrocotuda y creo que todos se precipitaron a ver que era lo que me pasaba ; primero un largo periodo de euforia delirante bailando y sosteniendome con dificultad y después nauseas y retortijones de tripas hasta que entré en un sopor profundo, adormecido entre mareos y subidas y bajadas volando sobre lo que me rodeaba.

Fueron unos sueños en los que se alternaban los momentos felices y eufóricos con las lamentaciones y miedos por inmensos monstruos que se aparecían dando vueltas alrededor, persiguiéndome , mientras el suelo se hundía bajo mis pies. En algunos momentos escuchaba la voz de mi madre, intentando calmar mis pesadillas.

La resaca fue inmensa y duró varios días en los que no pude hablar ni comer. Nadie se explicaba lo ocurrido y ni el médico que vino a verme dió una razón para todo aquello. Poco a poco me recuperé y volví a estar como siempre. Después todo se olvidó y no se volvió a hablar del asunto, porque los problemas de los niños en mi familia de ocho hermanos se sucedían unos a otros y había que olvidar el anterior para afrontar el siguiente.

Sin embargo, yo no he vuelto a probar una gota de vino en mi vida y solo el mero hecho de olerlo me produce nauseas insuperables. Ahora nadie de mí familia recuerda aquella tarde, pero yo la recuerdo cada vez que alguien me ofrece una copa de vino y respondo: Gracias, no bebo.

El Arca Negra.
Septiembre 2008


lunes, 8 de septiembre de 2008

EL HOMBRE QUE CONOCIA LA FECHA DE SU MUERTE

Mi abuelo conocía la fecha en la que iba a morir. No solía hablar mucho de ello, pero cuando se acercaba la fecha, comenzó a organizar todos los asuntos que tenían que ver con su fallecimiento. Aunque yo ya conocía algunos detalles, me las compuse para que me contara de una vez toda la historia completa. Él no tenía ningún problema en contarlo , así que cuando notó que yo estaba preparado y que creería que lo que me dijera era la verdad, se dispuso a contarme la historia y las razones por las que estaba convencido de que el día del que hablaba sería el día de su muerte.

Con total naturalidad y con su voz siempre serena me contó de nuevo como cuando cumplió dieciocho años le reclutaron para ir a la guerra y casi sin ninguna preparación lo enviaron al frente. Con unos pocos soldados más, fue enviado a proteger una carretera por la que civiles y militares malheridos escapaban hacia la frontera. La guerra estaba perdida y cientos de personas escapaban como podían de las zonas que sufrían los ataques de las tropas franquistas.

El abuelo se encontraba en un cruce de caminos ayudando a mantener el paso a los extenuados caminantes y dirigiendo el escaso tráfico de anbulancias y camiones que se retiraban. De repente , aparecieron dos aviones enemigos que en un momento ametrallaron todo lo que había alrededor y aquello se convirtió en un caos que mi abuelo no pudo ver porque fue uno de los primeros en caer, con un abrasador impacto en el pecho.

No recordaba cuanto tiempo estuvo inconsciente, pero sí que cuando despertó no podía moverse y sentía un inmenso dolor en el pecho y notaba la boca seca. Estaba al sol, tumbado boca arriba y sin saber que hacía allí, sintiéndose morir, sin haber cumplido su primer día en el frente y sin haber disparado un solo tiro.
De repente, notó que había alguien cerca y al abrir los ojos contempló a una anciana que se había detenido a su lado y observaba sus heridas.- Señora, por favor, agua, deme un poco de agua, agua - se lamentó como pudo. - Chiquillo, nadie me había llamado señora desde hace mucho tiempo,- Escuchó. La señora se sentó en el suelo al borde del camino y mojó poco a poco los labios de mi abuelo, al que había colocado en su regazo y entonces apoyó una mano sobre el pecho herido y le susurró aquellas palabras que serían las más importantes que jamás escuchó y que nunca podría olvidar; Cálmate, chiquillo, cálmate, que no te vas a morir, yo te lo prometo, te curarás y vivirás. Te lo juro, mi niño, vivirás sano y feliz otros sesenta años, justo otros sesenta años más.

Mi abuelo perdió el conocimiento de nuevo , sintiendo la mano de la mujer sobre su pecho, pero sin dolor alguno en el cuerpo.

Cuando despertó, estaba en un campo de concentración en suelo francés, en una playa donde había cientos de refugiados, de los que había pasado a formar parte. Estaba en una especie de enfermeria , en la que al poco de despertar le informaron que tendría que abandonar , porque parecía estar en mejor estado que otros recien llegados que necesitaban más cuidados que él.

Cuando preguntó cómo y porqué había llegado allí, le contaron que alguien lo había llevado hasta el campo y aunque no parecía herido había estado inconsciente durante varios días. Cuando insistió preguntando por sus heridas y sus ropas, le contestaron que no tenía ninguna herida y que aunque sus ropas tenían rastros de sangre y hasta su camisa estaba agujereada por un disparo, creían que alguien le había robado su ropa y le habían puesto la de algún otro muerto.

Mi abuelo tardó vario días en en comprender su situación en aquel lugar , pero pronto se unió a grupos de veteranos que hacían planes de fuga. Cuando se sintió completamente recuperado se escapó con otros y durante algunos meses vagó por los pueblos franceses hasta que llegaron los alemanes y entonces se unió a la resistencia y después al ejercito francés, con los que entró en Paris, como un héroe, conduciendo un tanque . Al acabar la guerra se licenció tras varios años de lucha sin haber recibido el más ligero arañazo ni percance alguno.

Poco despues se casó con una muchacha francesa que había conocido durante la guerra y ambos se instalaron en Paris , en una porteria que les concedieron en uno de los mejores barrios de la ciudad. Allí vivieron durante muchos años y tuvieron a sus hijos, dos chicos y una chica, que es mi madre. Al morir su esposa, mi abuelo volvió a España y se instaló en casa de su hija, que había regresado años antes y se había casado . Desde entonces todos vivimos juntos a su alrededor.

El aspecto de aquella buena mujer , su rostro y cualquier otro detalle de aquel día fue difuminándose de su recuerdo, pero las palabras que escuchó y la paz y tranquilidad que le había infundido aquel encuentro no pudo olvidárlo jamás.

El caso es que cuando el abuelo recordó a la familia que se acercaba el día de su muerte y que él y todos debíamos estar preparados y todos sus asuntos resueltos, mi madre se puso histérica y convenció al abuelo para que se hiciese un chequeo, que le asegurase su buena salud y que no tenía ninguna razón para morir. Mi abuelo, que nunca había vuelto a ver un medico, ni siquiera había probado medicina alguna, accedió, convencido a su vez de que nadie podría quitarle la idea de que el día que se cumplieran los sesenta años desde que la anciana le pronosticara su muerte, ese, sería el último de su vida.

Los médicos que hicieron el chequeo, le felicitaron por su estupendo estado de salud, y solamente comunicaron que el abuelo tenía una extraña mancha cerca del corazón, pero que no había razón para considerarlo peligroso, y que lo realmente peligroso sería intervenir para ver la causa de la mancha. Todos quedamos tranquilos y hasta parecía que mi abuelo y mi madre aceptaban el resultado como el fin de la cuestión.

De todas formas, llegado el día , todos en casa estabamos nerviosos, siguiendo cada paso que daba el abuelo, aunque él permanecía totalmente tranquilo e hizo lo que siempre hacía, sin desviarse absolutamente de sus costumbres habituales, y solo después de comer, cuando se disponía a echar la siesta , se despidió de cada uno de nosotros con un beso, tranquilamente, sin decir aquello de " !Hasta mañana! ", que decía siempre antes de la siesta.

Nunca despertó de aquella siesta. Mi madre, que no se había movido de su asiento desde la despedida del abuelo, se levantó despacio, cuando consideró que el abuelo ya debía haber terminado su siesta como otros días, y se dirigió a la habitación, donde le encontró tumbado en la cama, completamente vestido con uno de sus mejores trajes, zapatos relucientes y una foto de la abuela entre las manos. Los ojos cerrados y la sonrisa de siempre hacían difícil el asegurar que realmente estuviera muerto, pero cuando entramos en la habitación detrás de mi madre, todos sabíamos que el abuelo estaba muerto.
La autopsia determinó que la causa de la muerte había sido un objeto incrustado en el corazón.El extraño objeto resultó ser una bala de ametralladora, de las que usaban los aviones en la guerra.


El Arca Negra.
Agosto de 2008